Frente a la actual epidemia que estamos viviendo a nivel global, el mundo de la ciencia busca descifrar y visibilizar cómo la psicología puede ayudar a explicar, prevenir e intervenir el panorama para entregar una solución mediante el comportamiento de las personas.

Diciembre de 2019 fue el mes que cambio el mundo. Fue en esta fecha que se informaron los primeros casos de una neumonía potencialmente mortal en Wuhan, China. Luego, a las pocas semanas esta enfermedad denominada COVID-19 se había extendido a más de 19 países con más de 10 mil casos confirmados.

A más de un año de este momento clave en la historia de la humanidad sabemos que, a efectos de la salud pública, la complejidad no es el virus en sí mismo, sino la rapidez del contagio de la población y el colapso de los centros de salud, lo que provoca una baja capacidad de respuesta de los servicios de urgencia. De todas formas, a pesar de que ha pasado mucho tiempo desde el primer contagio en Wuhan, aún falta mucho por descifrar y visibilizar respecto a cómo el comportamiento de las personas incide en la propagación y prevención de este virus.

El comportamiento humano frente a enfermedades 

“La propagación es un fenómeno biológico”, dice el Dr. Francisco Ceric, Director de Laboratorio LANA, “pero las creencias de las personas influyen directamente en su comportamiento”. Hace décadas, Bayes y Ribes (1992) visibilizaban con argumentos cómo la psicología estaba ligada al VIH-SIDA, enfermedad relevante y poco conocida en ese periodo de tiempo. Estos psicólogos se basaban en modelos conceptuales y teóricos de la psicología experimental; su hipótesis central era que, aparte del comienzo del virus y su respectivo tratamiento, la prevención y la permanencia en el proceso de curación eran temas de comportamiento.  La evidencia nos dice que las formas por las cuales obtenemos, conservamos y descartamos nuestros comportamientos son principalmente por medio del aprendizaje; por lo mismo, las conductas ligadas a procesos de salud y enfermedad responden a mecanismos similares. 

De este modo, el transitar de un estado de ausencia de enfermedad a estar enfermo e inclusive la victoria o no del tratamiento estará definido por nuestras creencias, emociones y, por último, nuestra conducta beneficiosa o dañina para la salud. “Un ejemplo de ello”, dice el doctor Francisco Geric, “es que, si en todo este tiempo no te ha tocado un caso cercano, o si te has contagiado, pero sin síntomas mayores, pese a la constante exposición de noticias de cómo van contagios o muertes, se tiende a desensibilizar el peligro producido por la amenaza de las consecuencias del virus, y como resultado disminuir las conductas de cuidado.”

Por lo tanto, el comportamiento socialmente responsable es esencial para detener la transmisión de enfermedades infecciosas. Sin embargo, los modelos económicos y epidemiológicos de propagación de enfermedades se abstraen de las motivaciones prosociales como promotoras de conductas que impactan la salud de los demás.

Conductas prosociales como herramientas para enfrentar la actual pandemia

¿Por qué esperar más cooperación y empatía ante la crisis provocada por el Coronavirus? “Estamos frente a un fenómeno nuevo en un contexto único en la historia”, explica el Dr. Geric. “Pese a que hay registro de pandemias anteriores, hoy en día las comunicaciones juegan un rol crítico; en general, cuando nos enfrentamos a una catástrofe, amenaza o un peligro de magnitudes, aumentan las conductas prosociales como ayudar, compartir y cooperar, entre otras”. 

Un estudio realizado en Suecia (Campos-Mercade, Meier, Schneiderd, Wengström, 2021) indica que la mayoría de las personas se resisten a poner en riesgo a otras personas para su beneficio personal. Esta investigación invitó a una muestra representativa de la población sueca -en términos de edad, sexo y condados- a responder dos encuestas: la primera recopiló medidas de comportamientos de salud durante la pandemia de COVID-19, y la segunda compiló normas de preferencias sociales que buscaba medir la disposición de los participantes a exponer a otros en riesgo. 

¿Los resultados y conclusiones? En total, 1.630 personas respondieron la encuesta de comportamiento de salud y 1.067 la relacionada a preferencias sociales. Tras el análisis de la información, los resultados indicaron que las personas tenían en consideración el impacto social de su comportamiento durante la pandemia, es decir, que muchos participantes evitaban poner a otros/as en riesgo incluso cuando el beneficio de hacerlo era grande. Por ende, se enfatizaba que la prosocialidad predice comportamientos de salud que son importantes para reducir la propagación de una infección. Las personas prosociales tienen más probabilidades de seguir las recomendaciones de distanciamiento físico e higiene, informarse sobre cómo pueden ayudar a los demás, donar para combatir el COVID-19 e incluso comprar una mascarilla de tela. También se registró una relación positiva entre la prosocialidad medida dos años antes de la pandemia y los comportamientos de salud actuales en respuesta al COVID-19, que resultaron mejores. En conclusión, los resultados revelan que la prosocialidad es un determinante esencial y estable para la elaboración políticas públicas. 

¿Cuál debería ser el rol de la psicología para la prevención y solución de esta pandemia?

Por un lado, la psicología juega un papel relevante en el cuidado de la salud mental. La actual pandemia nos deja expuestos a múltiples cambios y desafíos, muchos ellos complejos para llevar a cabo en el día a día, lo que genera un aumento de patologías que incluso pueden agudizar algunas que ya existían. Por otro lado, se debe prestar atención al rol que está cumpliendo la investigación en psicología. “Estamos en un momento único en la historia”, dice el Dr. Ceric, “donde los diferentes niveles de complejidad de la conducta humana se ven afectados, y debemos investigar esto para mejorar el conocimiento de los que nos pasa en esta pandemia”.

El desafío

Estos hallazgos refuerzan el potente vínculo existente entre el comportamiento de las personas para con la salud y, en especial, con respecto a la creencia de que reconocer nuestra humanidad común puede ser utilizada como base para la comunicación y la toma de decisiones de las políticas públicas, bajo una visión multidisciplinaria que nos sirva para enfrentar colectivamente esta pandemia. 

Referencias:

1. Pol Campos-Mercadea, Armando N. Meier, Florian H. Schneiderd, Erik Wengström ef. (2021). La prosocialidad predice comportamientos de salud durante la pandemia de COVID-19. 2021, de ElSevier Sitio web: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0047272721000037