En Chile, como en la mayoría de las sociedades, el cuidado de los hijos ha estado principalmente a cargo de las mujeres. Hoy, por primera vez en el país, se está llevando a cabo un estudio sobre la construcción de la coparentalidad en las parejas de padres primerizos. 

La llegada del primer hijo es un momento único e irrepetible y, a la vez, toda una revolución. Los meses iniciales de vida de un bebé representan ser para los padres un periodo lleno de incertidumbre, felicidad, noches de insomnio, desencuentros, esperanza y de nuevos -y a veces interminables- quehaceres de la casa y la crianza. Del mismo modo, comienza la multiplicidad de roles en la intimidad del hogar: ser padres y ser pareja. 

En el área de estudio de las relaciones familiares, la curiosidad y el interés por comprender el lazo entre los miembros de la pareja como padres/madres ha ido creciendo en las últimas décadas. Asimismo, se entiende como coparentalidad el modo y la forma en que los padres trabajan juntos y coordinan la educación del hijo/a, que se ve afectada por la repartición de tareas y las expectativas del rol (Feinberg, 2002).

La Dra. Francisca Pérez, Académica de la Universidad Alberto Hurtado, junto a su equipo, están actualmente realizando el primer estudio sobre la construcción de la coparentalidad en padres primerizos en Chile, del que participan 17 parejas heterosexuales de diversos niveles socioeconómicos. En otras palabras, buscan saber cómo una pareja consigue coordinarse en las tareas de crianza cotidiana y qué consecuencias tienen esas nuevas dinámicas entre ellos. “La coparentalidad no está relacionada a los aspectos románticos ni financieros de la relación”, dice Francisca, “sino está vinculada exclusivamente con las responsabilidades en torno al hijo/a”.  

Esta investigación cualitativa partió el 2019 y consistió en entrevistar a las parejas durante tres momentos: el embarazo, el puerperio y cerca del primer aniversario de vida del hijo/a, en torno a los tres aspectos de coparentalidad según Feinberg:  la distribución de tareas, el apoyo percibido entre ellos y la manera de llegar acuerdos. 

¿Los puntos críticos de la coparentalidad? Por lo general, según la académica de la Universidad Alberto Hurtado, las parejas durante la etapa del embarazo están más concentradas en vivir y disfrutar del presente. En términos simples, no proyectan ni se imaginan realmente los cambios que genera la llegada de un bebé al hogar. Por otro lado, señala que hay una creencia compartida que la mujer es una experta en crianza y que, al nacer el hijo/a, esa expectativa generalmente se cae rápidamente. 

El ajuste del día a día

La vuelta a casa después del parto representa “un antes y un después”, es decir, comienza una nueva etapa de adaptación y aprendizaje en torno al nuevo integrante de la familia. En especial para quienes son padres y madres por primera vez: todo es duda, hay mucha incertidumbre, como el no saber el motivo del llanto o la periodicidad de alimentación. Todo esto, indudablemente, tiene consecuencias positivas y negativas en una pareja. 

En el estudio señalado anteriormente, todos los padres volvieron a sus respectivos trabajos luego de usar los cinco días de permiso pagado que se utilizan desde el momento del parto. Debido a esto las mujeres, producto de la licencia de postnatal, quedaron a cargo del bebé, enfrentando un cambio radical en lo que entendían y disfrutaban como cotidianidad. “En este sentido”, explica Francisca, “los hombres viven esta nueva etapa desde un rol como actores secundarios, como acompañantes, porque, en definitiva, a ellos no les cambia tanto el día a día”.

Un patrón común que arroja este estudio es que las mujeres no quieren molestar durante la jornada laboral a sus parejas, porque ponen mucho valor ahí, aun cuando sean ellas quienes despiertan y se hacen cargo del hijo/a durante la noche. Esto conlleva, como confirma la tercera entrevista de la investigación, que las madres estén más cansadas, irritables, estresadas, y que haya malestar en torno a la pareja y la exigencia de redefinición de roles. 

El aprendizaje de la maternidad 

Dicen por ahí que una de las mejores formas de aprender es mediante la acción y el hábito. El caso de la maternidad o paternidad no es la excepción, porque los miedos y la angustia de los primeros días como adultos responsables de un bebé van quedando en el pasado en la medida que se van volviendo expertos en sus hijos/as. “En un comienzo estaba ese discurso generalizado de que las mujeres iban a ser peritas en crianza, pero luego del parto, esa creencia se caía rotundamente”, señala la líder de esta investigación. “Y como las mujeres pasaban todo el día con su hijo/a y durante muchos meses, finalmente terminan volviéndose expertas en la crianza”. 

Nivelar la cancha

Entre las conclusiones de Francisca Pérez, para que exista una buena pauta de coparentalidad sostenida en el tiempo, se necesita que tanto la madre como el padre se vuelvan expertos en la crianza de su hijo/a. Para ello, es vital que ambos gocen de los mismos derechos y licencias durante el postnatal. De esta forma, el trabajo dejaría de ser una preocupación que viene a competir con el desafío de cuidar a un bebé. 

Durante octubre, la ley de posnatal parental chilena cumplió una década y pese a que esta iniciativa legal nació con fin de reconocer y redistribuir el cuidado objetivo, sólo el 0,3% de los hombres la ha usado en todo este tiempo. Es así como la Superintendencia de Seguridad Social puso sobre la mesa que, en estos diez años, de casi un millón de permisos otorgados, solo 2.165 han sido utilizados por los padres.

Suecia, en cambio, tiene uno de los posnatales más generosos del mundo: los progenitores cuentan con una licencia de 480 días para estar con su bebé recién nacido. En ese tiempo, reciben financiamiento del Estado. De ese período, como una forma de fomentar la igualdad de género, al menos 60 días deben ser asumidos por el padre. 

Para lograr la coparentalidad debemos trabajar en equipo como padres y madres en una diversidad de tareas. Para ello, es vital equilibrar los tiempos, la comunicación activa y contar con una red de apoyo externa.