El cerebro funciona como un todo, es decir, es como un reloj que utiliza engranajes no rígidos sino flexibles y, a su manera, bastante engorrosos. En este artículo buscamos descifrar y destacar algunas capacidades cognitivas fundamentales para la planificación de nuestra conducta y el aprendizaje, además de entregar herramientas puntuales para reforzar estos procesos durante la infancia. 

Reflexionemos respecto a alguna actividad que ya hemos realizado, que estemos haciendo o que aún está en nuestra lista de pendientes. Por ejemplo, leyendo este artículo, decidir y preparar el almuerzo o liderar una clase online en el corto plazo. Parecen acciones cotidianas y relativamente sencillas de hacer, pero para poder llevar a cabo cada uno de estos quehaceres se necesitan varios procesos cognitivos de alto nivel. 

Estos procesos se llaman funciones ejecutivas (FE), gracias a las cuales podemos generar acciones con un foco establecido. Las FE son actividades mentales complejas, necesarias para planificar, organizar, guiar, revisar, regularizar y evaluar el comportamiento necesario para adaptarse eficazmente al entorno y para alcanzar metas (Bauermeister, 2008).

La zona cerebral que más se ha vinculado a dichos procesos cognitivos se encuentra en el lóbulo frontal. Específicamente, estamos hablando de una parte de dicho lóbulo -la corteza prefrontal-, que posee más relevancia al momento de gestionar este conjunto de habilidades.

La capacidad de aprender es una de las cualidades más destacadas del ser humano y es un proceso que nos acompaña a lo largo de nuestra vida de forma constante, más allá del ámbito formal de la educación. En este aspecto, las funciones ejecutivas juegan un rol fundamental. “Cuando los procesos y las cosas comienzan a cristalizar, es decir, salen de forma más fluida, es una señal que no estamos usando nuestras funciones ejecutivas”, dice la Dra. Ps. Daniela Aldoney, Directora de Vinculación de Sociedad Chilena para el Desarrollo Emocional.

¿Qué tipo de procesos incluyen?

Las FE son fundamentales en nuestra vida cotidiana porque nos ayudan a la adquisición de información y desarrollo de las siguientes habilidades: 

1. Memoria de trabajo. Es el componente ejecutivo que nos permite organizar y trabajar la información en la memoria a corto plazo (Tirapu Ustárroz et al., 2017). Por otro lado, Baddeley (2000) la describe como un mecanismo de almacenamiento temporal que permite retener a la vez algunos datos de información en la mente, compararlos o, en su lugar, relacionarlos entre sí. Por lo tanto, es esencial para el mundo numérico como para el aprendizaje principal en el lenguaje y, además, para manejar cosas en el espacio mental.

2. Control de las emociones y conductas

El control inhibitorio es otro de los aspectos más relevantes de las FE, puesto que es una habilidad que nos permite controlar, interrumpir, regular o abstenerse de pensamientos, emociones y acciones que dificultan o no aportan a la actividad que se realiza (Rojas-Barahona, 2017). En otras palabras, se trata de la habilidad que nos permite regular nuestro quehacer por medio de la detención de la conducta. “Ejemplo de esto”, dice la Dra. Aldoney, “es cuando un niño/a quiere hablar en clases, pero antes de hacerlo levanta la mano para pedir su turno”.

3. Flexibilidad cognitiva

Consiste en la capacidad que tenemos para resolver un problema creando nuevas estrategias que nos permiten acomodarnos a los cambios que pueden aparecer. Por lo tanto, es la habilidad para alternar de manera flexible entre tareas, operaciones o conjuntos mentales (Tirapu Ustárroz et al., 2017).  Generalmente, es una función que se ocupa en el momento de generar más de una tarea a la vez; por ejemplo, podemos hacer referencia a cuando un niño está en el proceso de aprender un segundo idioma y tiene la capacidad de contestar rápidamente en cualquiera de las dos lenguas.

 “Para hablar de FE siempre pongo de ejemplo cuando uno aprende a manejar un auto mecánico”, explica la Dra. Aldoney; “al principio, tienes que recordar constantemente (memoria de trabajo) que cuando aprieto el embriague tengo que pasar el cambio, e inhibir pulsar bruscamente el pedal de la velocidad (control de inhibición). A la vez, me tengo que adaptar si me cambian la ruta (flexibilidad cognitiva)”. 

¿Cómo reforzar las FE durante la infancia? 

Las FE son habilidades esenciales de autorregulación que usamos a diario para lograr prácticamente todo. En este caso, los niños y niñas no son la excepción, puesto que ocupan las FE para todas sus actividades, desde ordenar la mochila y priorizar su quehacer.

Los niños/as que tienen un mal funcionamiento ejecutivo son más desorganizados que sus pares; por ejemplo, pueden tardar un tiempo extremadamente largo en almorzar, se sienten sobrepasados con quehaceres de la casa o lo pasan mal realizando las tareas del colegio. Para esto, especialistas del aprendizaje han desarrollado algunas medidas y estrategias simples para mejorar las habilidades particulares de un niño/a. Estas son algunas de las herramientas:

1. Establecer una rutina: los niños y niñas necesitan hábitos para sentirse seguros y tranquilos en su ambiente. Esta rutina establece horarios, pero además los hábitos repetitivos ayudan a construir un equilibrio emocional que les proporciona un mecanismo vital para su educación y para el desarrollo de su personalidad. Según el psiquiatra y el educador austríaco Rudolf Driekurs, “la rutina diaria es para los niños lo que las paredes son para una casa: le da fronteras y dimensión a la vida”. 

2. Lista de quehaceres y verificación: se trata de establecer y visibilizar los diferentes pasos y actividades que debe abordar un niño o niña. De esta forma, la actividad es menos intimidante, reduce el estrés y se aprecia como alcanzable. Varios especialistas recomiendan tener esta lista a la vista, para que apoye la rutina diaria al hacer la cama, lavar los dientes, vestirse, guardar la colación, entre otras acciones.

3. Explicar detalladamente las razones: debido a que en la infancia se tiene poca habilidad organizacional, muchas veces esto puede generar angustia y presión, por ende, es fundamental que cuando un niño/a está en proceso de aprendizaje sepa las motivaciones que hay detrás de cada paso.

4. Establecer límites de tiempo:  varios especialistas del área de la educación recomiendan que, al hacer la lista de quehaceres, se le asigne tiempo a cada actividad, en especial cuando se aborda un proyecto grande y a largo plazo.

5. Usar la agenda:  muchos colegios utilizan la agenda como medio de comunicación entre los padres y los profesores, pero pocas veces se enseña a los niños/as sobre la utilidad de esta herramienta para apoyar la memoria y organizar el día y la semana. 

Como se puede concluir, cada FE se encuentra interrelacionada, y todas funcionan de manera coordinada para resolver un problema complejo. Pese a eso, es bueno poner en valor cada proceso que nos permite llevar a cabo nuestra conducta y aprendizaje durante la cotidianidad, pues corresponden a métodos esenciales de la humanidad en el progreso tecnológico y cultural debido a la relación entre creatividad y funciones ejecutivas.