Es sabido que la mala calidad del vínculo temprano entre el bebé y los cuidadores predice problemas posteriores en el niño. Sin embargo, se desconocen sus efectos a largo plazo en el cerebro social de los y las adolescentes. 

Sin duda, la confianza es uno los cimientos emocionales esenciales a lo largo de la trayectoria vital, puesto que es la creencia que se tiene sobre la conducta de reciprocidad del otro, es decir, se espera que una persona realice algo por otro, igual o similar a lo que ella ha realizado por él (Petermann, 1999 citado por Vives, 2015). Sin confianza es imposible avanzar y crecer.

Por lo general, cuando se estudia la confianza aparecen pautas que condicionan su aparición. Una de ellas es lo que se ha llamado “la teoría del apego” desarrollada por el psicólogo John Bowlby (1958), que se traduce en el vínculo que genera el niño/o con sus cuidadores. Esta teoría tiene relación con la entrega de seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de estos mecanismos de respuesta y la capacidad de interaccionar con el entorno de forma positiva.

Para comprender mejor este vínculo entre confianza y apego entre madre e hijo/a, un reciente estudio –liderado por científicos de la Universidad de Illinois en Estados Unidos— quiso indagar más sobre cómo las habilidades sociales pueden estar moldeadas por nuestra relación más temprana con los cuidadores. “La idea es entender si las relaciones tempranas de apego con las madres tienen una asociación predictiva longitudinal con la forma en que los adolescentes procesan las señales relacionadas con la confiabilidad, tanto a nivel conductual como a nivel cerebral”, explica Xiaomei Li, estudiante de doctorado en el Departamento de Desarrollo Humano y autora principal del estudio.  

Esta investigación se basó en un estudio longitudinal que, en su momento, recopiló datos de 128 niños y sus madres, sus interacciones y estilos de apego. Una década después, cuando los pequeños estaban en la adolescencia temprana, fueron invitados a una segunda ronda de estudios. Esta vez, los investigadores querían observar y medir cómo los adolescentes evaluaban la confiabilidad de las personas desconocidas por ellos/as. 

Este segundo estudio consistió en que las y los adolescentes vieron imágenes de rostros y se les pidió que calificaran la confiabilidad de cada rostro en una escala del 1 al 5, mientras estaban bajo un escáner de resonancia magnética para medir la actividad cerebral.  Al tildar la confiabilidad, se les dijo a los adolescentes que consideraran la probabilidad de que se acercaran a la persona en busca de ayuda o instrucciones si estuvieran solos en un territorio desconocido. 

Las fotografías fueron selectas de una base de datos determinada que contiene imágenes de actores posando con rostros emocionalmente neutrales. Las caras muestran diversos grados de confiabilidad, determinados y validados por estudios previos entre observadores independientes que calificaron qué tan confiable parece ser cada rostro de acuerdo con sus primeras impresiones y sensaciones viscerales.

La conclusión de esta iniciativa científica es que tantos los adolescentes que tuvieron un apego seguro o inseguro durante su niñez acordaron calificar las caras de “alta confiabilidad”, pero los niños que tenían un apego inseguro cuando eran pequeños tenían menos probabilidades de calificar las caras de “baja confiabilidad” como tales. Sus escáneres cerebrales además arrojaron menos actividad en las regiones del cerebro asociadas con el procesamiento emocional al ver rostros en los que no se puede confiar.

En otras palabras, las y los adolescentes que tenían un vínculo inseguro con sus madres cuando eran pequeños tienen más probabilidades de sobrestimar la confiabilidad de los extraños. “Debido a que los niños y niñas con apego inseguro han experimentado un cuidado inconsistente y poco confiable cuando eran pequeños, ahora pueden optar por evitar las señales sociales negativas como mecanismo defensivo para protegerse”, concluye Xiaomei, “La falta de activación cerebral respalda esta explicación, lo que sugiere que los adolescentes inseguros no están procesando señales poco confiables”. 

Asimismo, es sabido que la depresión materna, si no se trata puede tener un impacto significativo en la capacidad del bebé y de la madre de formar una conexión o apego seguro, lo que afectará la calidad de la relación materno-infantil. Pero, ¿la depresión materna puede afectar la base neural del apego en la preadolescencia?

 Un grupo de científicos y científicas mediante un estudio longitudinal lograron responder esta pregunta a través de dos principales conclusiones  (Pratt et al., 2019). En primer lugar, la investigación arroja que la depresión materna aumentó significativamente la prevalencia del trastorno afectivo infantil y estos niños no mostraron diferenciación neuronal entre los estímulos de apego y desapego. En segundo lugar, la depresión materna disminuyó la sensibilidad materna, la sincronía afectiva y la oxitocina infantil a lo largo de la primera infancia y esto se asoció longitudinalmente con una respuesta neuronal aberrante a las señales sociales generales y específicas del apego en la preadolescencia.

Son nuestros lazos sociales los que nos permiten una vida plena. Con cada paso que da la ciencia psicológica, vamos aprendiendo y adquiriendo más responsabilidad sobre cómo los vínculos afectivos que se crean los primeros años de vida son esenciales en la construcción de nuestra identidad y nuestro equilibrio emocional a lo largo del ciclo de la vida. 

Como profesionales vinculados a la ciencia psicológica debemos seguir posicionando estos temas para que todos los actores que componen nuestra sociedad puedan aportar en garantizar que todos los niños y niñas tengan un cuidado y trato amoroso, que les permita poseer las herramientas necesarias para involucrarse con plenitud en la vida futura.  

Referencias: 

  • Xiaomei Li, Nathan A Jorgensen, Nancy L McElwain, Eva H Telzer, Toddler–mother attachment moderates adolescents’ behavioral and neural evaluation of trustworthiness, Social Cognitive and Affective Neuroscience, 2022;, nsac009, https://doi.org/10.1093/scan/nsac009
  • Maayan Pratt, Maor Zeev-Wolf, Abraham Goldstein, Ruth Feldman, Exposure to early and persistent maternal depression impairs the neural basis of attachment in preadolescence, Progress in Neuro-Psychopharmacology and Biological Psychiatry, Volume 93, 2019, Pages 21-30, ISSN 0278-5846, https://doi.org/10.1016/j.pnpbp.2019.03.005.