Autonomía versus control: Lo que revela la evidencia global sobre crianza y salud mental
¿Qué es más decisivo para el bienestar de los niños: brindarles libertad o establecer control? Un nuevo meta-análisis publicado en American Psychologist (Bradshaw et al., 2025) ofrece una respuesta clara: el apoyo a la autonomía parental se asocia con mayor bienestar infantil, mientras que la crianza psicológicamente controladora se relaciona con mayor malestar.
El estudio recopiló 238 investigaciones, con más de 126 mil participantes en 38 países, y utilizó modelos meta-analíticos avanzados para probar el modelo de doble proceso de la Teoría de la Autodeterminación. Los resultados fueron consistentes:
- El apoyo a la autonomía parental —dar explicaciones significativas, considerar la perspectiva del hijo y fomentar decisiones acordes a su edad— se vinculó con más vitalidad, satisfacción y afecto positivo.
- La crianza psicológicamente controladora —basada en la culpa, el castigo, las amenazas o el retiro de afecto— se asoció con síntomas de ansiedad, depresión y afecto negativo.
Un aspecto clave es que estos efectos se mantuvieron independientes: apoyar la autonomía no es simplemente “lo contrario” de controlar, sino una práctica con beneficios propios. Del mismo modo, el control psicológico tiene costos específicos que no se explican solo por la ausencia de apoyo.
El meta-análisis también mostró que estos patrones son estables a través de culturas, etapas del desarrollo y sexos. Tanto en contextos más individualistas como en aquellos más jerárquicos, el apoyo a la autonomía predice bienestar, y el control psicológico predice malestar. En adolescentes, el efecto positivo del apoyo a la autonomía fue especialmente fuerte; y en niñas, los costos del control parecieron más pronunciados.
Las implicancias para la psicoterapia y la intervención familiar son claras. Reducir prácticas controladoras puede disminuir síntomas de malestar, pero para promover un desarrollo pleno es necesario ir más allá: incrementar activamente el apoyo a la autonomía, fortaleciendo así la autoeficacia, la motivación y la regulación emocional de los niños y adolescentes.
Este estudio confirma que la forma de criar no solo importa: marca la diferencia entre bienestar y malestar. Apoyar la autonomía de los hijos no significa dejarlos sin guía, sino acompañarlos en la construcción de su propio camino con límites claros y un reconocimiento genuino de su voz.