Durante este tiempo de crisis social y pandemia, hemos tenido el privilegio de poder acompañar a más de 1000 familias en Santiago (1). Hemos conocido cómo están cuidando a sus hijos e hijas durante su primer año de vida y cómo están enfrentado la compleja situación actual. La pregunta que surge es cómo la pandemia está afectando a padres e hijos(as), y qué podemos hacer para mitigar sus impactos negativos. 

Sabemos que la adversidad infantil es perjudicial para el desarrollo socioemocional y cognitivo futuro (Bhopal, et al, 2019; Blair & Raver, 2012; Walker et al, 2007). Además, se plantea que las experiencias adversas a las cuales está expuesto un niño(a), está asociado con peores resultados en su desarrollo (Evans, Li y Whipple, 2013).  Sin duda, los niños(as) que están creciendo en este contexto, están sometidos a más fuentes de adversidad que las cohortes anteriores.

Antes de la crisis social y pandemia, el 20% de las familias de nuestro estudio presentaba estrés parental alto y el 30% presentaban índices de depresión (Narea et al, 2020). Hoy, a esta vulnerabilidad, se suman múltiples estresores como la cesantía, duelos, cuarentenas prolongadas en viviendas pequeñas, menos acceso a salud e intervenciones tempranas (salas cuna) y un alza en la percepción de la peligrosidad de los barrios donde viven estas familias.

El Modelo Dimensional de Adversidad y Psicopatología (DMAP) sugiere cuáles tipos de experiencias adversas impactan en mayor medida sobre el neurodesarrollo infantil (McLaughlin, Sheridan, Lambert, 2014; McLaughlin y Sheridan 2016; Machlin, et al., 2019). Este modelo propone que la privación (falta de estímulos) y la amenaza son dimensiones distintas de la adversidad, y que cada una de ellas afectarían de forma distinta el desarrollo infantil (Miller, et al. 2018). En un estudio con datos representativos de la población chilena, encontramos que el modelo mencionado explica bien lo que ocurre en Chile. Es decir, aquellos niños(as) que se ven enfrentados a una falta de estímulos cognitivos, sociales o físicos, ven mermado su desarrollo del lenguaje y su funcionamiento cognitivo. En cambio, los niños(as) que han sufrido “amenaza”, como experiencias de violencia, presentan una mayor incidencia de problemas externalizantes e internalizantes (Narea, Ugarte y Weissman, 2020). 

Las adversidades de cada familia se configuran distinto y afectan de forma diversa a niños y niñas (Ugarte, Narea, Aldoney, Weissman, & Hastings, 2020). Hoy, más que nunca debemos pensar cómo brindar apoyo integral a los niños(as) y sus familias.

Por un lado, es necesario entregar servicios que ayuden a minimizar las deprivaciones, como la falta de recursos económicos, inseguridad alimenticia, menos acceso a salud y servicios de cuidado. Por otro lado, se hacen necesarios servicios enfocados a la mitigación de las amenazas, como son interacciones poco responsivas y sensibles entre el cuidador y el niño(a), la violencia intrafamiliar o la violencia en los barrios.

A menos que exista un compromiso de apoyar enfoques coordinados y multisectoriales para ampliar las intervenciones existentes o crear intervenciones nuevas, un porcentaje elevado de niños(as) corre el riesgo de sufrir consecuencias socioemocionales y cognitivas devastadoras, con implicancias negativas a largo plazo. Las crisis social y sanitaria pueden afectar no solo el curso de vida de estos niños o niñas, sino también a las generaciones futuras. Esto, a través de cambios fisiológicos, psicológicos y epigenéticos que ocurren en el útero y durante el desarrollo temprano que pueden traspasarse a las futuras generaciones (Stenz, Schechter, Serpa y Paoloni-Giacobino, 2018).

Como sociedad, requerimos que el Estado, las organizaciones no gubernamentales, la sociedad civil y las comunidades actúen con urgencia para reducir el potencial impacto devastador de las crisis social y sanitaria sobre las generaciones actuales y futuras. La atención a las poblaciones más vulnerables requiere una coordinación sin precedentes entre los servicios de salud, educativos, apoyos sociales y de protección. Finalmente, dicho apoyo integral no puede perder de vista el que cada familia presenta una configuración única de adversidades y necesita un apoyo que pueda responder a ese contexto especifico.

 

Acerca de la autora

Marigen Narea, Profesora Asistente, Escuela de Psicología UC, Facultad de Ciencias Sociales.
Investigadora Principal, Línea de Inclusión para el Desarrollo. PhD In Social Policy, London School of Economics and Political Science.

 

 

 

 

Notas

(1) Este estudio se llama Mil Primeros Días: Estudio longitudinal sobre la calidad del cuidado infantil en Chile. Es un estudio del Centro de Justicia Educacional financiado por ANID PIA CIE 160007.

Referencias

Bhopal S, Roy R, Verma D, Kumar D, Avan B, Khan B, et al. (2019) Impact of adversity on early childhood growth & development in rural India: Findings from the early life stress sub-study of the SPRING cluster randomised controlled trial (SPRING-ELS). PLoS ONE 14(1): e0209122. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0209122

Blair, C., & Raver, C. C. (2012). Child development in the context of adversity: experiential canalization of brain and behavior. The American psychologist, 67(4), 309–318. https://doi.org/10.1037/a0027493

Evans, G. W., Li, D., & Whipple, S. S. (2013). Cumulative risk and child development. Psychological Bulletin, 139(6), 1342–1396. https://doi.org/10.1037/a0031808

Machlin L., Miller A. B., Snyder J., McLaughlin K. A., Sheridan M. A. (2019) Differential Associations of Deprivation and Threat With Cognitive Control and Fear Conditioning in Early Childhood. Frontiers in Behavioral Neuroscience, 13, 80. Doi.10.3389/fnbeh.2019.00080

McLaughlin, K. A., Sheridan, M. A., Lambert, H. K. (2014). Childhood adversity and neural development: Deprivation and threat as distinct dimensions of early experience. Neuroscience & Biobehavioral Reviews, 47, 578–591.

McLaughlin, K. A., & Sheridan, M. A. (2016). Beyond Cumulative Risk: A Dimensional Approach to Childhood Adversity. Current directions in psychological science, 25(4), 239–245. https://doi.org/10.1177/0963721416655883

Miller, A. B., Sheridan, M. A., Hanson, J. L., McLaughlin, K. A., Bates, J. E., Lansford, J. E., Pettit, G. S., & Dodge, K. A. (2018). Dimensions of deprivation and threat, psychopathology, and potential mediators: A multi-year longitudinal analysis. Journal of abnormal psychology, 127(2), 160–170. https://doi.org/10.1037/abn0000331

Narea, M.; Abufhele, A.; Telias, A. Alarcón, S. & Solari, F. (2020) Mil Primeros Días: Tipos y Calidad del Cuidado Iinfantil en Chile y su Asoción con el Desarrollo Infantil (Estudios en Justicia Educacional, N° 3). Santiago: Centro Justicia Educacional.

Narea, M.; Ugarte, E. & Weissman, D. (2020) Differential impacts of deprivation and threat in Chilean children: a longitudinal, nationally representative study. En preparación.

Stenz, L., Schechter, D. S., Serpa, S. R., & Paoloni-Giacobino, A. (2018). Intergenerational transmission of DNA methylation signatures associated with early life stress. Current genomics, 19(8), 665-675.

Ugarte, E., Narea, M. Aldoney, D., Weissman, D. & Hastings, P. (2020) Family Risk and Externalizing Problems in Chilean Children: Mediation by Harsh Parenting and Emotional Support. Child Development. doi.10.1111/cdev.13464.