Los efectos del ambiente escolar en la ansiedad infantil
Los trastornos de ansiedad infantil afectan alrededor del 10% de niños y niñas en edad escolar, impactando negativamente en diferentes ámbitos de su desarrollo vital. Uno de ellos, es el contexto académico, que además puede convertirse en un gatillante de la sintomatología.
El clima escolar es un constructo relevante que se asocia a la salud mental, problemas
conductuales y logros académicos. Dicho contexto es multidimensional y se describe en términos de métodos de enseñanza-aprendizaje, normas y valores, y estructuras organizacionales. Los estudios que examinan el clima escolar han revelado que varias dimensiones son predictores significativos de la salud mental, una de las cuales es la conectividad escolar (SC) (Lester & Cross, 2015).
Dentro de los aspectos que contribuyen a este sentido de conexión encontramos el de las relaciones positivas entre estudiantes y profesores, manejo efectivo de la sala de clases y protocolos
consistentes que contribuyan a la convivencia positiva.
Pero, ¿qué ocurre cuando este espacio educativo actúa como desencadenante de alteraciones en la integridad emocional?
Contexto escolar y ansiedad
Los ambientes académicos, si bien pueden ser agentes protectores, al mismo tiempo pueden gatillar ansiedad en los alumnos que ya presentan síntomas, ya se por separación -los niños y niñas deben quedarse sin sus padres o adultos responsables-, fobia social – cuando tienen que interactuar con otros, hablar, leer o presentar en clases, etc.-, y ansiedad generalizada -preocupaciones diversas sobre su desempeño (Green et al., 2016; Hofmann et al., 1999; Langley, Bergman, McCracken, & Piacentini, 2004).
En el contexto escolar, las dificultades de ansiedad se asocian a mayor riesgo de bajo desempeño y deserción, en comparación con niños que no demuestran estas dificultades. Sin embargo, este trastorno puede afectar a los alumnos con buen o mal desempeño, pese a que hay evidencias de que los estudiantes con problemas escolares presentan más ansiedad (Cecílio Fernandes; Fernandes Sisto; da Silva Sales Oliveira; Gakyia Caliatto, 2014).
La ansiedad en el contexto escolar puede ocurrir debido a una serie de situaciones. En ese ambiente, el niño está expuesto a las relaciones interpersonales con adultos y niños, y a eventos sociales que requieren cierta capacidad de adaptación. Se configuran en el ambiente escolar varias situaciones que pueden producir niveles indeseados de ansiedad. Las situaciones sociales son una de ellas (Beidel, Turner, & Morris, 1999; Ogundokun, 2011).
Los niños desarrollan actitudes para atender las expectativas externas, buscando la aceptación social (Castillo et al., 2000). El funcionamiento social de éstos en la escuela, también puede indicar síntomas de ansiedad. Otros, extremadamente ansiosos evitan la interacción con sus pares o se comportan socialmente de forma menos competente en diversas posibilidades de interacción y exposición (Wood, 2006). Las situaciones evaluativas también son propensas a producir altos niveles de ansiedad. En este sentido, Birenbaum y Pinku (1997) relatan que la ansiedad frente a la evaluación de desempeño escolar puede ser observada mucho antes, la víspera y en la situación de prueba en sí, colocando al estudiante en condiciones de miedo o rechazo. La creación de creencias deformadas en cuanto al propio desempeño escolar también genera ansiedad.
Así pues, la ansiedad en el contexto escolar puede manifestarse de diversas formas y por medio de los diversos síntomas fisiológicos que afectan el funcionamiento cognitivo de los niños necesarios para el aprendizaje y el buen desempeño en la escuela (Eysenck, Derakshan, Santos & Calvo, 2007; Pereira, Barros & Mendonça, 2012). Por ejemplo, Wood (2006) verificó que la reducción de la ansiedad de 40 niños con alta ansiedad y edades comprendidas entre seis y trece años que participaron de un programa de intervención cognitivo comportamental produjo mejorías de desempeño escolar y funcionamiento social.
Conectividad escolar y ansiedad
En un estudio realizado por la Universidad de Connecticut, en el cual participaron 114 alumnos de 6 a 18 años -bajo tratamiento por ansiedad-, se observó la relación entre el grado de conexión con el entorno académico y el nivel de este trastorno.
De acuerdo a lo esperado, a mayor conectividad con la institución, se asoció menor ansiedad social y fobia escolar en todos los participantes. En alumnos de Educación Básica – hasta 5to año básico-, la conexión con el colegio se vinculó con menores índices de ansiedad de separación y síntomas somáticos -como pánico-; mientras que en estudiantes de 6to básico a Enseñanza Media, se asoció a menor ansiedad generalizada.
Los autores sugieren que la promoción de la conexión con el colegio puede impactar positivamente en el bienestar emocional de los alumnos. Por ejemplo, la creencia de que la comunidad de profesores y alumnos es positiva, puede contribuir al menor despliegue de ansiedad social (“me siento menos juzgado/evaluado y con menos temor a equivocarme”) y generalizada (“cuento con personas que me apoyan”).
Por supuesto, estudiantes más ansiosos pueden tener una visión sesgada y más negativa de la conexión con el colegio, sin embargo, estudios prospectivos anteriores sugieren que es un factor protector para el desarrollo de ansiedad en etapas posteriores.
Conclusiones
El sentido de conexión disminuye progresivamente con los años, siendo más fuerte al inicio de la
etapa escolar. Esto es relevante, porque dicha conectividad se asocia a menor ideación y
prácticas suicidas, depresión, ansiedad, conductas externalizantes, uso de sustancias y malestar
emocional durante el desarrollo vital.
En general, los hallazgos en relación con la ansiedad indicaron que los jóvenes que reportaron sentirse menos parte de su escuela y menos seguros en ella, presentaron mayores síntomas de ansiedad. Si bien, no se probó directamente en este estudio, es probable que estos constructos están recíprocamente relacionados, aumentando el potencial de apuntar a la conectividad escolar como otra vía para reducir la ansiedad (Paige J. Pikulski, Jeffrey E. Pella, Elizabeth P. Casline2, Amy E. Hale3, Kelly Drake and Golda S. Ginsburg, 2020).
Referencias
- Paige J. Pikulski, Jeffrey E. Pella, Elizabeth P. Casline, Amy E. Hale3, Kelly Drake and
Golda S. Ginsburg, Journal of Psychologists and Counsellors in Schools (2020), 1–12, doi:10.1017/jgc.2020.3
- International Journal of Developmental and Educational Psychology 442 INFAD Revista de Psicología, Nº1-Vol.5, 2014. ISSN: 0214-9877. pp:433-442