Primal beliefs: la nueva frontera en psicoterapia
Cómo los “primal world beliefs” podrían transformar la personalidad y el bienestar
En psicoterapia solemos trabajar con creencias específicas: lo que una persona piensa sobre sí misma (“no soy capaz”), sobre los demás (“nadie es confiable”) o sobre situaciones concretas (“si me equivoco, fracasaré”). Estas cogniciones, cuando son rígidas, alimentan síntomas de ansiedad, depresión o dificultades interpersonales. Sin embargo, un artículo reciente publicado en American Psychologist (Clifton & Crum, 2025) invita a mirar más profundo: las creencias más globales que tenemos acerca del mundo.
Los autores las llaman primal world beliefs o simplemente primals. Son convicciones amplias sobre la naturaleza del mundo en que vivimos, como: “el mundo es seguro”, “el mundo es atractivo” o “el mundo está vivo”. A diferencia de creencias situacionales, estas no se refieren a un evento particular, sino al escenario que nunca dejamos: la vida misma.
Lo innovador es que los primals parecen organizar la experiencia de manera estable y duradera, influyendo en lo que entendemos como personalidad. Por ejemplo, quienes creen que el mundo es seguro tienden a mostrar menos neuroticismo y más confianza; quienes lo ven como atractivo expresan mayor curiosidad y extraversión; quienes lo perciben como vivo se vinculan con gratitud y sentido vital. Estas lentes interpretativas modulan cómo respondemos a la ambigüedad cotidiana y, con el tiempo, consolidan estilos de pensar, sentir y actuar.
Para la psicoterapia, esta propuesta abre una posibilidad estimulante: trabajar con los primals como un nuevo nivel de intervención cognitiva. Si las terapias ya han demostrado eficacia en modificar creencias sobre uno mismo o sobre los demás, ¿por qué no explorar también las creencias globales sobre el mundo? Un paciente que interpreta la realidad como inherentemente peligrosa, por ejemplo, no solo enfrentará ansiedad, sino que probablemente desarrolle patrones de personalidad más evitativos o desconfiados. Intervenir en esa visión global podría liberar recursos que cambien tanto los síntomas como los rasgos más persistentes.
¿Cómo hacerlo en la práctica? Una línea es explorar narrativas: invitar al paciente a contar historias que revelen cómo conciben el mundo, qué frases repiten (“la vida es dura”, “el mundo siempre te decepciona”) y cómo esas creencias guían sus decisiones. Otra línea es intervenir en la exposición a experiencias correctivas, promoviendo vivencias que desafíen creencias globales rígidas (“quizás no todo es peligroso”, “puede que haya más belleza de la que pienso”). También es posible trabajar con imaginación y reencuadre, ayudando a visualizar cómo cambiaría su vida si el mundo se percibiera como un lugar más seguro, justo o abundante.
Más allá de la técnica, el aporte central de esta investigación es conceptual: la personalidad podría no ser tan inmutable como pensamos. Si las creencias sobre el mundo son maleables, entonces también lo son los rasgos que emergen de ellas. Esto conecta directamente con la tarea clínica de favorecer la regulación emocional y ampliar la flexibilidad cognitiva.
La psicoterapia no tiene que limitarse a aliviar síntomas inmediatos. Puede abrir un espacio para transformar las creencias más profundas sobre la vida misma. Ayudar a un paciente a ver el mundo como un lugar un poco más seguro, atractivo o lleno de posibilidades no solo reduce el sufrimiento: también puede reconfigurar la manera en que esa persona se relaciona consigo misma, con los demás y con el futuro.