La atención psicológica “en línea”, ha tenido un auge insospechado a partir del año recién pasado, con las restricciones de contacto entre personas y en general con todas las medidas sanitarias impuestas debido a la pandemia del Covid 19. 

Sin embargo no es una práctica completamente nueva. Por ejemplo, en España en el año 2007, hubo más de 40.000 visitas en servicios relacionados con la salud mental vía on-line (Godleski, Nieves, Darkins y Lehmann, 2008). Esto muestra que hace ya más de 12 años era una forma de realizar atenciones psicológicas que estaba en crecimiento y que era relevante estudiar su funcionamiento, diferencias con las formas más tradicionales y alcances de sus intervenciones.

En el libro La Psicología en Chile, Alfonso Luco en el año 2010 ya introducía estas ideas en nuestro país, señalando que en otras latitudes se estaba haciendo cada vez más frecuente la atención remota a través de internet, lo que representaba un desafío para los psicólogos debido a la demanda que podían tener los usuarios en los años venideros. Años más tarde, otra investigación realizada en España en 2017 concluyó que “Hasta la fecha sólo un 26% utiliza teleterapia. Lo que da cuenta de un porcentaje que seguía creciendo, pero sin duda el escenario actual produjo un proceso de aceleración donde la atención en línea se trasformó en algunas latitudes en la única forma de ofrecer / acceder a este tipo de prestaciones. 

La expansión de esta práctica clínica a través de internet, obviamente fue acompañada por algunos cuestionamientos, principalmente centrados en la eficacia,  calidad y satisfacción de los usuarios. Algunos de los principales inconvenientes encontrados son las limitaciones de la comunicación no verbal y la alianza terapéutica, seguidas de la confidencialidad de los datos y los problemas técnicos en el manejo de los mismos (Macías & Valero, 2018). Esto de la comunicación no verbal se repite en otras publicaciones, aludiendo que se pierde parte importante del campo visual tradicional, teniendo por lo general solo el rostro en pantalla. 

 Una de las ventajas de la teleterapia o terapia on-line es que representa un tipo de telesalud que puede ofrecer a los pacientes/clientes un mejor acceso a profesionales de la salud mental con experiencia especializada. Es decir rompe las barreras territoriales y entrega la posibilidad de poder consultar con un terapeuta sin importar la distancia física entre los interactuantes. En relación a la satisfacción de los pacientes, en estudios realizados sin un grupo de comparación, los investigadores concluyeron que los usuarios estaban generalmente satisfechos cuando se lleva a cabo la psicoterapia vía on-line (Frueh, Henderson y Myrick, 2005) y estudios que compararon la teleterapia con la psicoterapia presencial, obtuvieron niveles de satisfacción similares entre ambas condiciones (King et al., 2009).

Estos resultados son alentadores, en cuanto a la respuesta que tiene la prestación de un servicio históricamente realizado de manera presencial pero que paulatinamente fue desarrollándose y en 2020 tuvo que satisfacer una demanda inesperada. Considerando la situación actual de la Teleterapia, instalada como una forma alternativa pero cada vez más masiva de atención psicológica es difícil pensar que retroceda en los próximos años. Al contrario todo parece indicar que será ofrecida y requerida de manera paralela a las prestaciones presenciales o de manera conjunta. Al respecto es importante señalar que los meta-análisis que se han publicado muestran que las intervenciones híbridas son las que presentan una mayor eficacia y que la combinación de la diada presencial-virtual, así como de diferentes dispositivos de comunicación (internet, teléfono móvil, e-mail,etc.), contribuyen a la adherencia al tratamiento y, en suma a la efectividad del proceso terapéutico (Ritterband, Gonder-Frederick, Cox et al., 2003). 

En resumen más que excluyentes (terapia presencial / teleterapia) parecen complementarias, y si bien pueden usarse ambas de manera única e independoente, hay evidencia que sugiere un tercer camino, utilizarlas al unísono, lo que puede engrosar y potenciar el trabajo clínico.