El antiguo y recordado “Todos para uno y uno para todos” o incluso el temible “ojo por ojo, diente por diente” se basan en un proceso psicológico que subyace a la reciprocidad. La conducta recíproca en la interacción social es clave para el desarrollo del individuo y de la sociedad en su conjunto. Un estudio ha demostrado que esta habilidad se desarrolla muy tempranamente, entre los 3 y 5 años. 

Los investigadores estudiaron dos grupos de niños y niñas. Un grupo estaba formado por 47 niño/as de entre 3 y 4 años, y el otro por 45 de entre 5 y 6 años. Se les presentaron varios escenarios en los que se mostraban marionetas que mostraban o no reciprocidad. Luego se pidió a los participantes que evaluaran el comportamiento de los títeres. Además, los autores tuvieron en cuenta las reacciones espontáneas a las escenas que se les mostraron, comentarios como “¡Pero eso no es justo!” cuando un títere se comportaba de una manera que el espectador consideraba mezquina.

Según el Dr.Paulus, autor del estudio, los niños de 3 y 4 años consideran el comportamiento prosocial como una norma general. Valoran la generosidad y la benevolencia, y esta creencia no depende de la noción de reciprocidad. Desde alrededor de los 5 años, comienzan a desarrollar un concepto más complejo de justicia, que ahora abarca la idea de reciprocidad. Esto sugiere que el grupo de mayor edad ha desarrollado una norma de reciprocidad, en la que se incorpora una obligación mutua de reciprocidad de trato favorable. A esta edad, los niños consideran que el principio de “ojo por ojo” es justo y adecuado.

Estos hallazgos tiene importantes repercusiones para ámbitos como la educación y los cuidados parentales.