Los beneficios de la lectura conjunta son muchos y de gran importancia, en especial su efecto en el desarrollo del lenguaje y todo lo que ello trae consigo. 

Una escena clásica que solemos evocar cuando escuchamos a alguien -en especial a un niño o niña- decir “cuéntame un cuento” es a un padre o madre con un libro en la mano, sentado al lado de un pequeño acobijado en su cama y listo para dormir ¿cierto? Podría parecer una actividad sumamente simple y útil únicamente a la hora de intentar hacer dormir a los pequeños o de entretenerlos cuando no tenemos muchos recursos a la mano. Sin embargo, esta actividad ha sido objeto de estudio en la investigación del desarrollo durante los últimos años y se han identificado múltiples beneficios como producto de las interacciones que se generan cuando se cuentan historias entre padres (u otros cuidadores) e hijos.

Como adultos, somos una fuente importante de las experiencias y factores que influyen directamente en el desarrollo de nuestros niños, por lo que las rutinas, actividades y situaciones a las que los expongamos y en las que interactuemos con ellos son fundamentales en todas las áreas de su crecimiento. Es por esto, que la investigación en desarrollo ha tomado en cuenta la forma y calidad en que diferentes actividades de la rutina diaria de los niños influye en ellos. Un ejemplo es, justasmente, la lectura conjunta de cuentos. A continuación, describiremos brevemente algunos beneficios de participar en esta actividad y explicaremos algunas formas de realizarla de manera entretenida, agradable y atractiva para las familias.

Como ya se dijo, la lectura conjunta es la interacción que se genera entre un adulto y un infante mientras se lee un libro con o sin texto y/o imágenes. Es importante mencionar que, en esta interacción, no sólo es el adulto quien hace uso del material o quien hace un relato apoyándose en él, sino que también es necesario que se facilite la participación de los infantes haciendo su propio relato, manejando el material y haciendo y respondiendo preguntas a su interlocutor. Nos referimos a los infantes ya que es la etapa más pequeña en que se ha estudiado, pues ya son capaces de participar activamente en ella, respondiendo o elaborando preguntas, señalando las ilustraciones del material, repitiendo palabras e incluso describiendo a los personajes u objetos que aparecen en ellas. Sin embargo, esto no significa que esta actividad no pueda llevarse a cabo con niños y niñas más grandes o en ambientes fuera de casa, como los espacios escolares o educativos. Existen muchos estudios que han utilizado esta actividad en contextos educativos, obteniendo resultados positivos en aspectos como el crecimiento del vocabulario infantil, habilidades de lectura emergente, logro académico y problemas de lectura, ya que ayuda a los pequeños a familiarizarse con materiales de lectura impresos, facilitando su introducción a estos entornos ya próximos en las siguientes etapas de vida (Dowdall et al., 2019). También, se ha encontrado que la frecuencia con que se realice esta actividad es un fuerte predictor del desarrollo de lenguaje infantil, siendo mayormente beneficiado el vocabulario receptivo y expresivo de aquellos niños que han participado en intervenciones con esta tarea.

Los resultados de las investigaciones e intervenciones que han utilizado esta tarea son variados, pero una de las áreas que se ha visto más beneficiada por esta actividad es la del desarrollo de lenguaje. Por ejemplo, un estudio realizado en México con díadas con infantes de 36 meses de edad (Suárez et al., 2016), en el cual se utilizó un material ilustrado sin palabras para la tarea, encontró que la cantidad y variedad de palabras que los infantes utilizan durante esta tarea se encuentra directamente relacionada con las palabras que sus cuidadores dicen en la interacción. Asimismo, analizaron la complejidad de vocabulario que utilizan las díadas en esta actividad (medida en diferentes categorías gramaticales propias del español), encontrando que existe una relación positiva entre el número y variedad de sustantivos, verbos, adjetivos, adverbios e interjecciones, por lo que las autoras concluyen que tanto la cantidad como la complejidad de palabras que los infantes utilizan en esta actividad es proporcional a la de sus cuidadores: si la de los cuidadores aumenta, es sumamente probable que la de los infantes también lo haga. Este estudio muestra que realizar este tipo de actividades con los pequeños puede apoyar en gran medida su desarrollo de lenguaje, pues por la naturaleza de la actividad, tanto adultos como infantes tienden a nombrar los diferentes objetos y personajes que aparecen en el material (usando sustantivos), así como a describir sus cualidades o propiedades (usando diferentes adjetivos) y las acciones que realizan a lo largo de la historia (utilizando verbos), además de hacer preguntas a sus interlocutores (utilizando adverbios) y de complementar el relato con expresiones y sonidos que atraen la atención de los niños y niñas para que resulte más atractivo (haciendo uso de las interjecciones u onomatopeyas). De esta manera, la combinación de todas estas categorías gramaticales resulta en relatos ricos en vocabulario y estimulación, no sólo para los infantes, sino también para sus cuidadores adultos, de forma que esta interacción facilita el intercambio y adquisición de vocabulario productivo en infantes desde edades tempranas.

Como pueden imaginar, es muy sencillo realizar esta actividad: basta con elegir algún libro o material ilustrado, el cual puede o no contener texto. Incluso pueden utilizar dibujos que ustedes mismos realicen para imaginar una historia conforme los observen. También, es recomendable encontrar un lugar cómodo para que usted y su pequeño puedan observar e interactuar con el material. Para facilitar la participación del niño o niña, el adulto puede comenzar la interacción con la intención de que el niño o niña aprenda la dinámica de la actividad y, posteriormente, participe activamente relatando una historia. Es válido hacer y responder preguntas a lo largo del relato e incluso, pueden construir este conjuntamente. Sientan la confianza de utilizar nuevas palabras en el relato, pues al exponer a los infantes a nuevo vocabulario, se facilita que éstos lo aprendan, extiendan su léxico y eventualmente hagan uso de él. De esta manera, podemos ir acercando a los niños y niñas al uso de materiales impresos, familiarizándolos con ellos y facilitando su introducción a los contextos alfabetizadores que se aproximan en las siguientes etapas escolares.

Esperamos que esta lectura sea de utilidad para aquellos quienes tienen pequeños en casa o trabajan con ellos en entornos educativos y que, sobre todo, resulte en interacciones enriquecedoras que influyan de manera positiva en el desarrollo infantil.

Bibliografía

Dowdall, N., Murray, L., Hartford, L., Melendez-Torres, G., Gardner, F., & Cooper, P. (2019). Shared picture book reading interventions for child language development: A Systematic Review and Meta-Analysis. Child Development, 00, 1–17. https://doi.org/10.1111/cdev.13225

Suárez, P., Alva, E., & Valdés, T. (2016). Análisis de la complejidad del vocabulario en infantes de 36 meses de edad. In Revista de Investigación y Práctica en Psicología del Desarrollo (Vol. 2, pp. 8–23).

 

Psic. Tania Valdés González, Licenciatura en Psicología. Universidad Nacional Autónoma de México. Candidata a Doctor en Ciencias del Desarrollo y Psicopatología (UDD-Chile) Áreas de investigación: Desarrollo del Lenguaje Infantil