Sin duda, uno de los desafíos de la crianza en la actualidad, es la ocupación de los padres y madres con los dispositivos tecnológicos y cómo esto puede afectar en el desarrollo lingüístico y socioemocional de los hijos e hijas. 

Hay harta literatura científica que señalan que los bebés son vulnerables a los cambios en la sincronía diádica con sus cuidadores y cuidadoras, como se demuestra en numerosos experimentos que emplean el paradigma del rostro inmóvil (Tronick et al., 1978 ). La sensibilidad de los padres y madres –es decir, la capacidad de respuesta contingente y sintonizada a las señales del bebé— es el predictor más fuerte de la relación padre-hijo, el apego seguro y los resultados sociales, psicológicos y de salud asociados a largo plazo (Fearon et al., 2010 ).

Por otro lado, existe mucha información y, sobre todo, discusión en torno a los límites y las consecuencias cognitivas y socioemocionales del uso de pantallas durante la niñez. Pero, haciendo zoom a otra perspectiva: ¿hay investigaciones sobre cómo el uso de estos aparatos tecnológicos influye en la interacción madre/padre -hijo? Sí, quédate en esta nota, que acá te los contamos.

Un reciente estudio liderado por investigadores de la Universidad de Tel Aviv evaluó el impacto del uso materno de teléfonos inteligentes en la interacción madre-hijo (Lederer et al., 2021). El experimento involucró a 33 madres de niños y niñas pequeñas (de 24 a 36 meses), a quienes se les pidió que realizaran tres tareas: navegar en una página de Facebook designada y dar me gusta a videos y artículos que les interesaban; leer revistas impresas y marcar artículos que les interesen; y finalmente, jugar con el niño mientras el smartphone y las revistas estaban fuera de la habitación (juego libre ininterrumpido). 

“La finalidad de esta investigación era recrear momentos de la vida cotidiana en las que la madre tiene que cuidar a su hijo o hija y, a la vez, dedicar parte de su atención a los celulares”, enfatiza la Dra. Katy Borodkin. “Cabe destacar que las madres desconocían el fin de esta investigación, por lo que se comportaron de forma natural dividiendo su atención entre los niños, el teléfono inteligente y las revistas. Grabamos en video todas las interacciones entre las madres y los niños pequeños y luego escaneamos las grabaciones cuadro por cuadro en un intento de cuantificar la interacción madre-hijo”.

Los líderes de esta iniciativa científica pusieron el foco en evaluar tres componentes. Primero, se indagó el contenido lingüístico que la madre transmite al niño/a. Según varios estudios anteriores,   afirman que muchos procesos sociales, lingüísticos y emocionales se aprenden al escuchar la voz de nuestra madre (Abrams). Segundo, se evaluaron los giros conversacionales, en otras palabras, cuán recíproco y participativo fue el discurso. Por último, se indagó la capacidad de la respuesta de la madre, específicamente la aptitud inmediata de satisfacer las necesidades y los comentarios del hijo. 

¿Los resultados de la investigación? “Concluimos que dichos tres componentes de la interacción madre-hijo disminuyeron en un factor de dos a cuatro en relación con el juego libre ininterrumpido, tanto cuando la madre estaba leyendo revistas impresas como cuando navegaba en su teléfono inteligente”, afirma el Dr. Borodkin. “Es decir, las mamás conversaron con su hijo hasta cuatro veces menos mientras estaban con sus celulares”. Además, de la diminución de los turnos de conversación, esta iniciativa observó que las mamás entregaron respuestas menos inmediatas y adaptadas al contenido, y con mayor frecuencia ignoraron las ofertas explícitas de los niños y niñas. 

Cabe destacar que no se encontró ninguna diferencia entre navegar o atender el celular y leer las revistas impresas. 

Otro reciente estudio confirma lo anterior (Tidemann & Melinder, 2022). En otras palabras, esta iniciativa científica también buscó indagar sobre los efectos conductuales infantiles entre la interacción cuidador-bebé interrumpida por los celulares. La metodología de este estudio, consistió en detener la interacción cuidador-hijo/a , simulando la ocupación con un celular, en vez de hacer una “cara inmóvil”. En un diseño transversal, niños de seis años, nueve y doce meses muestran mayores niveles de comportamiento de protesta en respuesta a la interacción interrumpida con sus padres, junto con niveles más bajos de compromiso positivo y monitoreo social, lo que sugiere respuestas de comportamiento similares al efecto de la clásica cara inmóvil. 

El actual desafío para las ciencias 

Un reciente artículo (Morris et al., 2022) afirma que producto de las diferencias metodológicas en la limitada investigación realizada sobre este tema, es difícil sacar conclusiones firmes sobre este tema tan contingente. No obstante, reconociendo el rápido desarrollo tecnológico acompañado y que utilizamos los celulares más que cualquier medio, es necesario seguir indagando en los posibles efectos socioemocionales en la niñez producto de este fenómeno.