Homeschooling, por décadas en nuestro contexto fue una opción bastante sui generis, incluso algo audaz y alternativo, que algunas familias por diversas razones decidían optar. Muy común era escuchar que padres han decidido dejar la escuela tradicional y apostar a la educación en casa, ya que sus hijas/os no se sentían bien en la escuela. 

Hoy no tiene nada de sui generis, es la única forma que tenemos de propiciar un aprendizaje en el contexto de confinamiento y cierre de las escuelas por emergencia sanitaria. Pero ¿es una alternativa real para el logro de aprendizajes formales de nuestros niños y niñas? ¿Podemos considerar esta modalidad como una alternativa a la escuela presencial?.

Simmons (1994), argumenta que el involucramiento parental en el aprendizaje trae consigo mejores logros académicos, y eso de hecho es la esencia del homeschooling. Padres directamente involucrados en el aprendizaje diario de los niños y niñas, fortalece no solo logros cognitivos, sino que también los lazos afectivos, comunicación más significativa y una vida familiar más cercana (Ballman, 1987). Sin embargo, la carencia de una vida social activa con pares, es la crítica más recurrente al homeschooling, y cuyos efectos se verían claramente expresados en las dificultades para resolver problemas sociales de la vida “real”. No obstante, Ray (1997) reportó que los niños/as en homeschooling se involucran más en actividades fuera del hogar, y que en promedio asisten a más actividades sociales que lo que hacen los niños y niñas del sistema tradicional.

Romanoswiki (2001) hace dos décadas concluye que una serie de habilidades son débilmente desarrolladas en el contexto de homeschooling, algunas relacionadas al curriculum, la instrucción, y otras al desarrollo de habilidades que permitan la adecuada adaptación al mundo social fuera del contexto escolar. 

Por su parte, Rahma et al., (2018) concluyen en su estudio dedicado a investigar los efectos del homeschooling en el desarrollo socioemocional, que las niñas y niños desarrollan habilidades de comunicación, juego y empatía, de igual modo y de manera suficiente, como niñas/os en escuelas tradicionales, sin embargo, otras habilidades que se ven negativamente afectadas en esta modalidad son las oportunidades de reconocer e identificar diferentes personas en diferentes situaciones. Este reconocimiento es necesario como proceso que permite entender a los otros, sus valores y encontrar soluciones a las diferencias de opinión y crear relaciones cercanas y significativas con amigas/os que puedan ser un recurso de apoyo social en la niñez.

Pero las opciones hoy son inexistentes, y posiblemente por un tiempo más extenso del que habíamos sospechado. Entonces ¿cómo abordar el tema de la educación formal en la infancia y niñez en tiempo de pandemia? Macmillan et al., (2020) realizaron un estudio respecto a la forzada situación de homeschooling en tiempos del COVID-19 y sus resultados son poco alentadores y todos asociados estrechamente a las condiciones de los padres y en especial a su nivel educacional y recursos económicos. Los padres con estudios de nivel universitarios, durante la pandemia reportan que un 80% ha estado dedicando tiempo al menos cuatro días a la semana de homeschooling durante la emergencia sanitaria, comparado con el 60% de los padres pertenecientes a grupos sin estudios universitarios. Además, casi el 70% de las madres tiene la percepción de que son las responsables del aprendizaje de sus hijos en situación de confinamiento, mientras que en los hombres, este porcentaje se reduce a un 15%. Aún más evidente es el porcentaje de mujeres que han visto entorpecido su trabajo por las horas dedicadas al aprendizaje de sus hijos/as en la desafiante tarea del homeschooling, alcanzándo la gran mayoría de las encuestadas.  

Estos autores investigaron una amplia muestra de familias norteamericanas entre abril y junio del año 2020 y concluyen que el homeschooling en tiempos de pandemia exacerba las inequidades entre hombre y mujeres y entre padres con estudios universitarios y no universitarios. Son indudables las diferencias de contexto para poder enfrentar el confinamiento entre las distintas familias, y al parecer como resultado solo vamos a poder identificar que al término de la pandemia veremos una profundización de las inequidades en la desafiante tarea de los padres de asumir la responsabilidad del progreso escolar de sus hijas e hijos, con efectos probables a mediano plazo.

Entonces, ¿es el homeschooling una buena alternativa para todos? .. ¡NO!, hay familias que se enfrentan a una serie de riesgos y en el caso de los más desaventajados, prima una percepción de incapacidad para apoyar el proceso de aprendizaje de sus hijas/os. Así, al menos con la información que hoy se cuenta, no sería recomendable que miles de niños/as en nuestro país y otros de la región, aspiren a un aprendizaje de calidad en sus hogares en la modalidad forzada de homeschooling. La sociedad en su conjunto parece no contar con las herramientas suficientes para que esto funcione, por lo cual, lo que desde la evidencia científica se sugiere, no nos queda más que ser pacientes y procurar que los ambientes enriquecedores en los que se desarrollan niños y niñas pronto estén disponibles y seguros para evitar la pandemia de la profunda inequidad.