Los beneficios de la lactancia materna (LM), han sido profundamente identificados por grandes instituciones internacionales: desde los beneficios para los lactantes y sus madres, hasta los beneficios para las naciones al invertir en la infancia. Sin embargo, en América Latina y de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, las prácticas de LM podrían prevenir alrededor de 20,000 muertes de mujeres por cáncer de mama y disminuir las tasas de mortalidad infantil por causas prevenibles, como diarrea e infecciones respiratorias. Esto debido a que la LM provee a los lactantes de todos los nutrientes, vitaminas y minerales que necesitan durante los primeros seis meses de vida sin necesitar de ningún otro líquido o alimento para un desarrollo sano, además de fortalecer su sistema inmunológico, protegiéndolos de enfermedades e infecciones por medio de la transmisión de anticuerpos de la madre que se encuentran en la leche materna. También tiene importantes beneficios para el desarrollo físico sano de los bebés e infantes, pues el acto de amamantar promueve la secreción de hormonas necesarias para la digestión y la saciedad del bebé, además de estimular el óptimo crecimiento de la boca y la mandíbula del bebé, reduciendo el riesgo de mal alineamiento dental y defectos en la mordida. Asimismo, la LM reduce el riesgo de padecer enfermedades crónicas a lo largo de la vida, como obesidad, diabetes, asma y leucemia infantil. 

En las áreas cognitiva y emocional, los bebés también se ven beneficiados pues durante la lactancia materna, madre y bebé interactúan dando paso a una estimulación útil y necesaria para generar una sensación de bienestar y seguridad ayudando, por ejemplo, al desarrollo del lenguaje, reconocimiento de expresiones faciales y regulación emocional. Además de que el contacto piel a piel de la madre con su bebé durante la LM ayuda a asegurar la continua producción de esta, a favorecer el desarrollo del vínculo entre ambos y a facilitar que los recién nacidos encuentren el pecho y “se agarren” de él. 

Mientras tanto para las madres, los beneficios del contacto piel con piel durante la LM no son menos significativos, pues si este contacto se realiza en los primeros momentos después del nacimiento, ayuda a que, por medio de una descarga de oxitocina, el útero se contraiga, se reduzcan los riesgos de hemorragia post-parto y aumente su temperatura corporal. Además, se sabe que funciona como un método natural para el control de natalidad, pues provee un 98% de protección por un periodo de 6 meses, es decir, retrasa el retorno a la fertilidad, disminuye el riesgo de diabetes tipo II, obesidad, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y cáncer de mama, útero y ovario, además de que algunos estudios han descubierto que el cese temprano de la LM se vincula con la aparición de depresión materna post-parto. 

Respecto de esto último, se ha descubierto que la depresión materna puede afectar en gran medida al desarrollo infantil. La depresión post-parto es un problema que aparece aproximadamente en el 10-20% de las mujeres en el periodo entre las primeras 4 semanas y hasta los 3 meses después del nacimiento. Existen investigaciones que se han dedicado al estudio de los efectos de esta enfermedad en el desarrollo emocional de los bebés, pues se ha encontrado que las madres que sufren depresión tienden a proveer menos tacto tranquilizador y presentar menor sensibilidad para responder a las necesidades de sus bebés, además de que tienen mayor probabilidad de presentar problemas para identificar y regular sus propias emociones.

Considerando que el tacto es una de las formas más importantes de interacción desde el nacimiento y durante la primera infancia y que las díadas madre-bebé dedican una cantidad importante de tiempo a la alimentación, un estudio se interesó en investigar los efectos de la depresión materna sobre la interacción durante la alimentación y la calidad del tacto afectivo que podría verse afectado por este padecimiento (Hardin et al., 2021). Cuando compararon a las madres que tenían depresión materna post-parto que alimentaban a sus bebés con pecho materno con las que lo hicieron con biberón, encontraron que la forma en que alimentaban a los bebés influye en la calidad del tacto afectivo, el cual definieron como “un tacto suave y profundo” dentro del que consideraban conductas como frotar suavemente, hacer caricias y dar masaje, tanto de la madre al bebé como del bebé a la madre. Se encontró que, al mes de nacimiento, las madres que presentaban depresión enganchaban en la interacción más fácilmente y en mayor cantidad cuando alimentaban con pecho materno a sus bebés, mientras que las madres con depresión que alimentaban con biberón mostraban menores niveles de tacto afectivo. Esto mismo también ocurrió a los 3 meses del nacimiento, por lo que, al parecer la lactancia materna mejora este tipo de contacto durante las interacciones en la alimentación. Además, se encontró que esto ocurría de forma bidireccional, es decir, los bebés que recibían lactancia materna de madres con depresión mostraban patrones similares a los de sus madres, lo cual implicaba que los bebés que eran alimentados con biberón presentaban patrones de tacto afectivo menores a los que recibieron pecho materno. Con estos hallazgos, es posible proponer que una lactancia materna estable podría atenuar los riesgos asociados con la depresión materna en el desarrollo socio-emocional infantil.

Sin embargo, considerando la situación actual de pandemia, es posible que las madres que se encuentran en periodos de lactancia tengan miedo de contagiarse o contagiar a su bebé y se pregunten si la lactancia materna debería iniciar o continuar durante la pandemia y si es seguro amamantarlo. La respuesta es : tanto las organizaciones mundiales como el Ministerio de Salud en Chile recomiendan continuar con la lactancia materna, manteniendo las medidas de seguridad y prevención para evitar posibles contagios, pues no se ha encontrado evidencia de que la leche materna transmita el virus de COVID-19. Por el contrario, se tiene fuerte evidencia de que, como dijimos al inicio, la leche materna contiene anticuerpos y factores bioactivos que ayudarán a los bebés a mantenerse sanos y protegidos de muchas infecciones.

Las indicaciones de seguridad para la prevención de contagio del virus incluyen las que ya conocemos: usar mascarilla, lavarse las manos con agua y jabón o desinfectante con base de alcohol antes y después de tocar a los bebés, mantener limpias todas las superficies que se hayan tocado y, sólo en caso de que el pecho haya sido expuesto a partículas de saliva (como haber tosido o estornudado sobre él), sería necesario lavarlo. Además, es necesario que las madres en estas situaciones reciban apoyo de sus familiares o círculos cercanos, especialmente en los casos en los que las madres no se sienten lo suficientemente bien para amamantar a sus bebés por causa de los síntomas de COVID-19. Incluso, existen otros medios tanto para poder proporcionar la leche materna a los bebés como para que la producción de ésta se mantenga. Uno de ellos es la extracción de leche, pues ésta se puede dar a los lactantes con una cuchara o taza limpia de manera segura. De igual manera, si es el lactante quien está enfermo, es importante mantener la lactancia o que reciba leche materna, pues como ya dijimos, reforzará su sistema inmunológico y le ayudará a combatir las infecciones.

Esperamos que esta información resulte de utilidad y, si te interesa conocer más sobre el tema, aquí dejamos algunos enlaces que podrían ser de ayuda:

Referencias

Hardin, J. S., Jones, N. A., Mize, K. D., & Platt, M. (2021). Affectionate Touch in the Context of Breastfeeding and Maternal Depression Influences Infant Neurodevelopmental and Temperamental Substrates. Neuropsychobiology, 33458. https://doi.org/10.1159/000511604

 

Psic. Tania Valdés González, Licenciatura en Psicología. Universidad Nacional Autónoma de México. Candidata a Doctor en Ciencias del Desarrollo y Psicopatología (UDD-Chile) Áreas de investigación: Desarrollo del Lenguaje Infantil