La ciencia moderna demuestra que, al igual que las madres, los papás experimentan cambios en el cerebro incluso antes del nacimiento de los hijos e hijas. 

El proceso de convertirse en padres es complejo, porque es un momento de crisis evolutiva que implica la adaptación a una situación en que ya no hay solo dos personas, sino que ahora también hay un tercer integrante que necesita de nuestro cuidado y protección. Es el cerebro humano, precisamente, el que actúa como gran artífice de nuestra capacidad adaptativa en este hito de la trayectoria vital. 

Es claro que el viaje a la paternidad y la maternidad es muy diferente, especialmente cuando hablamos desde la arista de la biología. Si bien es evidente que el cuerpo de la mujer ha estado nueve meses sometido a importantísimos cambios que luego continuarán con el parto y la lactancia, durante muchos años se pensó que el cuerpo del hombre no era sometido a ningún cambio antes del nacimiento de su hijo/a. Sin embargo, en las últimas décadas, a la vez que han surgido nuevos modelos de familia, ha crecido también el interés de la ciencia psicológica por indagar en los cambios que vive el padre. 

De esta forma, se ha comprobado que el cerebro no permanece indiferente ante la paternidad. Una investigación, que tuvo como fin comprender la neuroplasticidad relacionada con la paternidad durante el período de posparto temprano (Kim et al., 2014), encontró que los papás experimentaron un aumento en el volumen de materia gris en las regiones del cerebro involucradas en la motivación y en la recompensa. Mediante resonancias magnéticas a las 2-4 semanas de posparto (tiempo 1) y a las 12-16 semanas de posparto (tiempo 2), los líderes de este estudio concluyeron que esto se debía a un mecanismo para las adaptaciones funcionales —motivación por el cuidado y la captación de señales del bebé— que los papás generaban durante algunas semanas posteriores al nacimiento. No hay dudas de que este periodo de posparto es necesario para generar un vínculo emocional a través de intercambios. 

Se puede decir que la ciencia psicológica confirma la teoría de que la base neurobiológica del cuidado paterno es parecida a la del cuidado materno (Rilling et al., 2017), aunque es importante destacar que estamos en un área de estudio que aún le falta madurar y seguir indagando. 

Incluso antes de que el bebé nazca, el papá también vive cambios fisiológicos. Así lo informa un reciente estudio que, mediante una colaboración internacional entre dos laboratorios –uno es España y otro en Estados Unidos–, recopiló prospectivamente datos de neuroimagen estructural en 20 futuros padres antes y después del nacimiento de su primer hijo (Martínez-García et al., 2022) De esta manera, quisieron comprobar si la transición a la paternidad generaba cambios anatómicos en el volumen, el grosor y el área de la corteza cerebral y los volúmenes subcorticales. Los hallazgos de esta iniciativa confirmaron tendencias superpuestas de reducciones de volumen cortical dentro de la red de modo predeterminado y redes visuales, y descubrieron estructuras subcorticales en ambas muestras de padres primerizos, que persistieron después de controlar la edad de los padres y los niños en la exploración posnatal. 

Este estudio entrega certeza de cambios estructurales corticales en los padres, lo que apoya la posibilidad de que la transición a la paternidad pueda representar una ventaja significativa de neuroplasticidad estructural inducida por la experiencia en los hombres.

La ciencia nos muestra que ser un padre presente conlleva cambios importantes en diversos aspectos de la vida de los hombres. Otros estudios han reportado que aquellos hombres que están involucrados en su paternidad muestran en promedio mejores indicadores de salud física y mental, mayor satisfacción con su vida y mayor felicidad. Incluso la presencia paterna es positiva para las madres, quienes presentan menos sobrecarga en tareas domésticas y de cuidado y mejores indicadores de salud física y mental, lo cual repercute positivamente en su salud mental. Asimismo, los beneficios también son observables en los hijos/as.  Un número creciente de estudios ha evidenciado que cuando los padres tienen una presencia de calidad en la vida de sus hijas o hijos, estos alcanzan mejor salud física y mental, desarrollo cognitivo y habilidades sociales, tolerancia al estrés, desempeño académico, entre otras (Cabrera y cols., 2018). Los niños y niñas no son los únicos que se benefician de tener un padre presente. Eso sí, conviene tener en consideración que no todos los papás tienen todas las necesidades cubiertas para experimentar una paternidad con bienestar. Aún quedan muchas aristas económicas, sociales y culturales que debemos avanzar como sociedad para generar  las condiciones necesarias para una maternidad y paternidad plena. 

En definitiva, la ciencia actual está comprobando que los papás también experimentan cambios biológicos y que son tan importantes como las madres en el crecimiento de los hijos e hijas, lo que es algo que debemos tener presente como profesionales enfocados en estudiar el desarrollo humano.

Referencia:

  • Kim P, Rigo P, Mayes LC, Feldman R, Leckman JF, Swain JE. Neural plasticity in fathers of human infants. Soc Neurosci. 2014;9(5):522-35. doi: 10.1080/17470919.2014.933713. Epub 2014 Jun 24. PMID: 24958358; PMCID: PMC4144350.
  • Rilling JK, Mascaro JS. The neurobiology of fatherhood. Curr Opin Psychol. 2017 Jun;15:26-32. doi: 10.1016/j.copsyc.2017.02.013. Epub 2017 Feb 20. PMID: 28813264.
  • Martínez-García M, Paternina-Die M, Cardenas SI, Vilarroya O, Desco M, Carmona S, Saxbe DE. First-time fathers show longitudinal gray matter cortical volume reductions: evidence from two international samples. Cereb Cortex. 2022 Sep.  doi: 10.1093/cercor/bhac333. Epub ahead of print. PMID: 36057840.