Una nueva investigación ha demostrado que los seres humanos tenemos sentido del humor casi desde que nacemos. Las y los científicos descubrieron que, con un mes de vida, los niños y niñas aprecian el humor y comienzan a hacer bromas desde los cuatro meses.

En el lenguaje cotidiano cuando conversamos de estar de buen o mal humor nos estamos refiriendo a nuestro estado de ánimo. En cambio, en la psicología positiva se habla del sentido del humor como un rasgo de personalidad, como una herramienta y fortaleza de la persona. En otras palabras, una capacidad para experimentar y/o fomentar una reacción muy concreta, la risa y de esta forma generar un estado de ánimo positivo (Seligman, 2011).

“¿Para qué va una caja al gimnasio? ¡Para hacerse caja fuerte!” y “¿Cuál es el baile favorito del tomate? ¡La salsa!”, son algunos de los chistes cortos del repertorio de la dupla de amigos: Santos (5) y Miguel (6). Ellos son compañeros y vecinos, por esta razón sus respectivas familias hacen turnos para los traslados al colegio: recorridos que se caracterizan por estar marcados por el humor, la risa contagiosa y los chistes ingeniosos promovidos desde y para la niñez. Son en este tipo de escena en que surge la pregunta, ¿a qué edad los niños y niñas comienzan a apreciar el humor?

Un grupo de investigadores de la Universidad de Bristol en Reino Unido fue tras esta respuesta.  El reciente estudio consistió en analizar a 671 niños y niñas de 0 a 47 meses por medio de una encuesta de humor temprano, que estaba conformaba por 20 preguntas que debían ser respondidas por los padres y madres (Hoicka et al., 2021).

Las conclusiones de esta iniciativa arrojan que la edad más temprana a la que los niños y niñas se les veía apreciar el humor era de un mes. No obstante, al parecer la mitad de los integrantes del estudio reaccionaban a estos estímulos a los dos meses de edad y también, el 50% empezaba a hacer bromas a los 11 meses.

Por otra parte, los investigadores mapearon 21 tipos diferentes de humor en la niñez. Por ejemplo, los menores de un año reflejaron tener la capacidad de disfrutar el humor más visual, físico y auditivo, como las cosquillas, muecas o el clásico juego de tapar la cara y preguntar “¿dónde está el bebé, se ha ido?”. 

En el caso del humor de los niños y niñas de dos años reflejaba el desarrollo del lenguaje, incluido el etiquetado incorrecto y el juego con conceptos, por ejemplo, como decirles que el perro hace “muuu”. Además, se encontró que los niños de este grupo de edad mostraban una racha de “maldad”, ya que apreciaban burlarse de los demás y el humor agresivo, como empujar a alguien. 

Finalmente, se descubrió que los niños de 3 años jugaban con las reglas sociales, ejemplo de ello es repetir garabatos para ser chistosos. También queda en evidencia que este grupo de pequeños mostraban los comienzos de la comprensión de trucos y juegos de palabras.

 “Nuestros resultados destacan que el humor es un proceso complejo que se desarrolla en los primeros cuatro años de vida”, dice la Dra. Elena Hoicka, lideresa de este estudio, “Es importante que desarrollemos herramientas para determinar cómo se desarrolla el humor por primera vez para que podamos comprender mejor no solo el surgimiento del humor en sí, sino cómo el humor puede ayudar a los niños pequeños a funcionar cognitivamente, socialmente y en términos de salud mental”.

¿Cómo los niños y niñas distinguen un chiste de un error?

Diversas investigaciones señalan que hay dos elementos básicos cuya comprensión articula la formación de la competencia humorística en niños y niñas: la intención y la incongruencia. Esta última se refiere con la sorpresa que nace de la discrepancia con las expectativas existentes respecto a un objeto, un hecho, etc. 

Respecto a lo vinculado a la intención, a la edad de 14-18 meses los niños se muestran capaces de distinguir entre acciones con intencionadas y los errores no planeados. Luego, a partir de 25 meses, ya pueden discernir entre una broma y un error, basándose, esencialmente, en su carácter intencionado o no. 

El gran valor de estos resultados, según sus científicos (Hoicka & Gattis; 2008), se basa especialmente en el hecho de que a través del humor el niño comprende que detrás de una acción humana puede haber una intención, aun cuando dicha acción es errónea. Este planteamiento enlaza con la formación de la competencia metapragmática, ya que la comprensión de la intención humorística –primero desde la perspectiva interpretativa y más tarde también desde la productiva– implica un control consciente de la relación que se establece entre la información verbal y no verbal explícita y el valor implícito del mensaje.

¿Cuáles son los beneficios del humor? 

En una nota escrita por la psicóloga Tania Valdés González y publicada en nuestro sitio web de Sociedad Chilena de Desarrollo Emocional, destacábamos que utilizamos el humor para interactuar y comunicarnos, pero además de esto, otros beneficios que se han descubierto son: mejorar el estado de ánimo, aumentar la satisfacción con la vida, desarrollo de la resiliencia e, incluso, tiene implicaciones benéficas para la salud física, por ejemplo, una recuperación más rápida después de pasar por situaciones de estrés y mejoría del sistema cardiovascular (Vrticka et al., 2013).

En síntesis, el humor es un largo aprendizaje que va por fases. De esta forma,  cultivar y fomentar el humor positivo desde la niñez es vital para desarrollar habilidades sociales y promover relaciones interpersonales sanas.