La comunicación virtual tuvieron un explosivo aumento debido a la pandemia de COVID-19. Este cambio en la cultura abrió nuevos horizontes en la forma cómo los seres humanos nos relacionamos en ámbitos ta relevantes como la educación, la salud y el mundo del trabajo en general. En Chile, según información del INE, el 75% de las empresas indica que la modalidad de teletrabajo se mantuvo después de los periodos más críticos de la pandemia. Durante el periodo escolar de 2021 el 48% de los establecimientos utilizaron clases híbridas. 

Por estos motivos, comprender las ventajas y desventajas de las interacciones humanas a través de la comunicación virtual es una tarea muy relevante para las ciencias sociales en la actualidad. En esta línea, un equipo de investigación de la Univerisidad de Columbia realizó un experimento en diversos países, donde se comparó a personas interactuando en reuniones presenciales versus reuniones virtuales u online. 

El hallazgo principal del estudio publicado en la prestigiosa revista Nature el día 27 de abril de 2022, fue que la comunicación e interacción online inhiben la producción colaborativa de ideas creativas. Al contrario, cuando se trata de seguir explicaciones o ideas predeterminadas, no hubo diferencias en los grupos. Los autores explican que “los efectos encontrados se deben a las diferencias en la naturaleza física de las videoconferencias y las de interacción presencial entre personas. Específicamente, utilizando medidas de mirada y recuerdo, así como análisis semántico latente, demostramos que la videoconferencia dificulta la generación de ideas porque enfoca a los comunicadores en una pantalla, lo que provoca un enfoque cognitivo más limitado. Nuestros resultados sugieren que la interacción virtual tiene un costo cognitivo para la generación de ideas creativas”

Estos hallazgos se suman a otros estudios que han demostrado que la interacción por videoconferencia es más demandante desde el punto de vista cognitivo ya que no puede valerse del comportamiento no verbal, un procesamiento que es más automático y que requiere menos esfuerzo de nuestro cerebro. Cuando el comportamiento no verbal no esta disponible (o más limitado) debemos extraer más información de un número más limitado de estímulos (imagen de rostro y voz  casi exclusivamente), lo que es más costoso en términos de procesamiento y esfuerzo mental. En una nota pasada analizamos en detalle este efecto. 

En el contexto digital, las personas ocupamos más energía en identificar señales sobre el comportamiento de los otros participantes. Anteriormente, en instancias presenciales, captábamos a los demás de forma más intuitiva, precisamente debido a que teníamos el lenguaje no verbal a la vista, mucho más difícil de captar tras la pantalla. En ese sentido, Bailenson explica que esto presume una obligación psicológica extra porque exige a estar especulando frecuentemente en cómo debemos traspasar esos mensajes no verbales que la comunicación por videoconferencia deja fuera. Además, en las videollamadas hablamos un 15% más alto que en las conversaciones normales y tendemos a gestualizar de forma más exagerada para que los otros capten nuestras señales.

En conclusión, la ciencia nos muestra que las interacciones a través de videoconferencias tienen importantes limitaciones. Al menos a la hora de considerar objetivos que requieren la creatividad y el pensamiento divergente, es hora de revalorizar la interacción presencial entre los participantes.