Sabemos que debemos cuidarnos del contagio del COVID-19 pero medidas extremas como la cuarentena – sin permisos especiales para que niños/as puedan salir y tener contacto con la naturaleza- parece traer más consecuencias negativas que positivas.

Veamos porque:
La gran mayoría de los que hemos tenido que estar confinados hemos experimentado los efectos negativo de largas cuarentenas. Un estudio realizado por miembros de la SCDE en conjunto con la Universidad del Desarrollo mostró que madres y padres reportaron mayores síntomas depresivos y mayor desorganización del hogar luego de 40 días de cuarentena. Otros estudios en Chile reportan aumento en los niveles de preocupación, temor, ansiedad y problemas de sueño en adultos (Anguita & D agnino, 2020). Esto resultados se han replicado en diversas partes del mundo (Huang & Zhao, 2020; Statistics Canada, 2020).

Al enfocarse en los niños estudios de España e Italia reportan cambios en los estados emocionales de niños y niñas durante la cuarentena. Los síntomas más comunes reportados por los padres fueron problemas para concentrarse, irritabilidad, nerviosismo e inquietud (Orgilés, Morales, Delvecchio, Mazzeschi, & Espada (2020).
La interacción social cara a cara y la amistad con otros niños son pilares fundamentales para el desarrollo positivo de niños y niñas. El confinamiento por cuarentena impide o dificulta estas actividades. Si bien es comprensible que la necesidad de distanciamiento social -para evitar contagios por COVID-19 – nos lleva a restringir el encuentro con otras personas, no es comprensible que además de aquello se le impida a niños y niñas poder tener tiempo al aire libre. Especialmente si pensamos que muchos viven en espacios reducidos o departamentos sin acceso a áreas verdes.

Profesionales que estudian el desarrollo infantil destacan los variados beneficios que conlleva el juego al aire libre. Entre ellos se destacan:
Reduce niveles de estrés y fatiga (Taylor, 2001). Niños que pasan más tiempo en áreas verdes muestran menores niveles de agresividad. El solo estar en contacto con la naturaleza reduce el estrés fisiológico y los sentimientos de temor (Burdette & Whitaker 2005.)
Promueve la actividad física y el juego activo. En espacios abiertos existe mayor probabilidad y motivación por estas conductas (Cardon et al., 2008) y es bien sabido la importancia de la actividad física para el bienestar de niños y adultos.
Mejora la salud. Estudios han mostrado que estar en contacto con elementos de la naturaleza (por ej. luz solar directa, plantas) mejora el sistema inmune (Dyment &  Bell, 2008).
Promueve la curiosidad y creatividad (Gibson, 1988). Estos aspectos son esenciales para el desarrollo positivo de niños y niñas, especialmente en tiempos de cuarentena en que se han reportado un aumento importante de horas ante las pantallas.
Mejora la concentración, la capacidad de atención y rendimiento escolar. Incluso paseos por un parque han mostrado estos beneficios, incluso niños con déficit atencional muestran menor cantidad de síntomas al estar en constante contacto con la naturaleza (Kuo & Taylor 2004, Taylor et al 2001).

Dada esta evidencia, parece sensato que los niños y niñas tengan la posibilidad de salir y estar al aire libre. Las horas designadas por la autoridad para hacer deporte no son suficientes, sobre todo pensando que es un horario en que comienzan las clases online y no todas las familias tienen la posibilidad de acomodarse a ese momento del día.

Psicóloga, Magíster en Human Development, Specialization Developmental Science, University of Maryland. Doctora en Human Development and Quantitative Methodology, University of Maryland, EE.UU. Jefa del Laboratorio de Familia (FAIN), Universidad del Desarrollo.