Ocho neuromitos que impactan negativamente a la educación
Durante varias décadas los educadores de todo el mundo han creído una serie de mitos sobre el funcionamiento del cerebro (neuromitos) los cuales no tienen argumento en estudios científicos y que, lamentablemente, han sido utilizada como base para diversas metodologías del aprendizaje.
¿Por qué existe tanta mitología en torno a la arquitectura cerebral y su funcionamiento? Cuenta la historia que durante los años 90 se experimentó un auge de la neurociencia, estimulada por la declaración de la “década del cerebro” en Estados Unidos. Un interés que trascendió con creces las discusiones científicas, encontró un eco en los medios de comunicación masivos y generó interés en múltiples organizaciones que estaban ansiosas de sacarle provecho a esta información para producir aplicaciones que mejoraran o enriquecieran el sistema educativo. Pero, a la vez, crecieron también las falsas afirmaciones sobre nuestro cerebro. En 2002, la OCDE llamó a poner foco en la difusión de los neuromitos, definidos por el organismo como “malas interpretaciones de datos científicos sobre el cerebro aplicados al entorno educativo; que perjudica la práctica de los profesores que creen que ella”.
De este modo, con el fin de presentar a la audiencia los principales mitos, falsas creencias y errores conceptuales que habitualmente se presentan en el contexto educacional, organizamos la conferencia virtual “Neuromitos en educación: aportes de las ciencias cognitivas a las practicas educativas”, la cual fue liderada por Dr. Gabriel Reyes, Académico y Director del Laboratorio de Ciencias Cognitivas (CogSicLAb) de la Universidad del Desarrollo.
Acá, te contamos los principales neuromitos que se abordaron en la charla y que debemos descartarlos para mejorar la calidad y experiencia de la educación:
1. Cerebro izquierdo vs. cerebro derecho
Por mucho tiempo se ha creído que el cerebro izquierdo sería verbal, racional y científico, mientras que el derecho sería especial, intuitivo, emocional, artístico. En base a esto se han producidos cientos de iniciativas, como es el caso de programas que prometen entrenar un lado del cerebro o el clásico test que concluye el hemisferio más desarrollado y tu posible vocación. “Si bien esta idea no es del todo incorrecta, puesto que hay evidencia científica de la neurociencia para señalar que hay asimetrías cerebrales para explicar ciertos fenómenos psicológicos”, dice Dr. Gabriel Reyes, “Pero, mucho es decir, por ejemplo, que el lenguaje sólo se sitúa sólo en el hemisferio izquierdo”. Hoy hay imágenes cerebrales que han mostrado que usamos ambos hemisferios de forma simultánea y los procesos cognitivos complejos requieren distintas partes de la arquitectura cerebral.
¿Cómo surge este mito? Esta afirmación surgió en los años 60 en base a investigaciones de pacientes con epilepsias intratables, tratados con una callosotomía -sección del cuerpo calloso- para desconectar ambos hemisferios.
2. Usamos solo el 10% de nuestro cerebro
Este mito suele ser el más popular y, por lo general, es graficado con la clásica imagen de la punta del icerberg. Actualmente, hay investigaciones que apuntan que todos los rincones de la arquitectura cerebral presentan actividad y que cumplen una función crucial. Por otro lado, las imágenes de cerebros vivos han demostrado que el funcionamiento de este órgano es integral.
Ahora, pese a que este mito es bien conocido ha sido difícil mapear su origen. Según, el Director del Laboratorio de Ciencias Cognitivas de la UDD, señala que es muy probable que esta parte de la mitología provenga de datos históricos. Además, plantea que su confusión puede venir de la teoría freudiana, la cual señala que el 90% de la producción mental está en el inconsciente. Otra fuente puede ser en una interpretación errada de una cita del libro “Las Energías de los Hombres”, de William James: «Usamos sólo una pequeña parte de nuestros posibles recursos mentales y físicos». Años después, esta cita fue utilizada como prefacio por Lowell Thomas en su libro “Cómo ganar amigos e influir en las personas”. Por último, otro origen más biológico es que la proporción de las neuronas de procesamiento de información cortical versus las células de nutrición es de 9 -1.
3. Estilos de aprendizaje e inteligencias múltiples
Este corresponde a un mito difícil de derribar en el campo de la educación y se refiere a que los individuos tienen diferentes estilos de aprendizaje como kinésico, visual, auditivo, entre otros. “No hay evidencia científica que respalde esta teoría”, dice Dr. Gabriel Reyes, “Pese a eso, ha sido la base de cientos de programas educativos”. Por otro lado, pasa lo mismo con la Teoría de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner que señala que la inteligencia no es un conjunto unitario que agrupe diferentes capacidades específicas, sino una red de conjuntos autónomos, relativamente interrelacionados. Éste último planteamiento tampoco ha tenido suficiente sostén científico para demostrar que sea cierto.
4. Periodos críticos: el desarrollo cortical ha terminado cuando los niños llegan a la pubertad
No hay duda de que los primeros años de vida son esenciales para el desarrollo vital de una persona, ya que en esta etapa la genética y las experiencias con el entorno perfilan la arquitectura del cerebro y diseñan el comportamiento humano. “No obstante, el mito está en que, si usted no aprendió algo durante los primeros años de vida, no lo va a poder instruir después de los ocho años”, dice el académico. Hoy, existe evidencia científica de que hay ventanas de desarrollo hasta la primera adultez, que son oportunidades para aprender significativamente, aunque, no poseen la misma elasticidad que las ocurridas en la primera infancia.
5. Teoría de la sinaptogénesis: el aprendizaje se debe a la adición de nuevas células al cerebro
Si aprendemos algo desconocido no vamos a generar nuevas neuronas. Por el contrario, el aprendizaje proviene de la creación de nuevas rutas de procesamiento cognitiva que se puede ver favorecida con el entrenamiento, por ejemplo, estudiar tejido. “Es decir, todo esto facilita la conectividad electroquímica y de esta manera el sujeto aprende”, dice Gabriel, “pero, no es que la persona tenga más neuronas o necesita tomar un suplemento de proteínas para ser más inteligente, al revés, uno puede fortalecer mediante el uso los procesos de aprendizajes y psicológicos”.
6. Escuchar música clásica aumenta la capacidad de razonamiento de los niños y niñas
Al escuchar la frase “efecto Mozart” nos imaginamos a una mujer embarazada con auriculares en su vientre. Ella está convencida de que la música clásica ayudará a que su bebé sea más inteligente. ¿Pero existe un estudio científico que respalde esta teoría? Hoy, existen varios artículos publicados que señalan con evidencia científica que los estados de relajación , meditación o cualquier actividad que reduzca el estrés propio del periodo de gestación genera un impacto en los cambios hormonales esperables y eso trae como consecuencia menor alteración en el desarrollo cognitivo del infante. “Pero, todo esto no tiene relación con la música clásica, menos con Mozart”, dice Gabriel.
7. La supuesta capacidad multitarea
La gran mayoría de las personas consideran que tienen la capacidad de generar varias tareas de forma simultánea, como si esta habilidad estuviera alojada en nuestra arquitectura cognitiva; sin embargo, hay una serie de estudios que han venido a derribar la multifuncionalidad y ponen sobre la mesa las nocivas consecuencias de este modo de operar.
Toda esta información nos exige con urgencia generar mejor ciencia y, de esta forma, fomentar experiencias formativas en la evidencia y no en la mitología. ¿Cuál es el rumbo que debería tomar la educación? “La mejor manera de favorecer el aprendizaje, es mediante la promoción de los procesos internos del individuo”, dice Gabriel, “Lo que nosotros estudiamos como Metacognición”.
De esta forma, la Metacognición es una destreza psicológica que nos permite conocer y regular nuestros propios pensamientos. Una capacidad metacognitiva sana no sólo se extiende al proceso de aprendizaje, en el caso del estudiante, igualmente al de la enseñanza, del lado del profesor. Los tutores con adecuada metacognición tienen la capacidad de corregir sus estrategias educativas, potenciando aquellas que parecen adecuadas para los alumnos a cargo, pero también modificando otras que no parecen contribuir al proceso de aprendizaje. Según UNESCO y OCDE, la Metacognición es una de las competencias impulsadas a desarrollar en programas educacionales para el siglo XXI.
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